Es momento de cambiar, pero… ¿seré capaz?

En las últimas semanas he tenido estimulantes conversaciones con ejecutivos. Sienten que, en vista de lo que estamos viviendo con la pandemia y de la aceleración del cambio y la complejidad en el contexto de los negocios, es necesario cambiar y evolucionar para estar a la altura del reto que supone liderar una compañía ahora. Se preguntan si el coaching es una metodología efectiva y si podría servirles para realizar los cambios que necesitan en ellos mismos.

La primera pregunta que más oigo tiene que ver con si a estas alturas creo que pueden cambiar y la otra hace referencia a qué ingredientes son fundamentales para que el cambio sea exitoso

La intuición me dice que la pregunta de fondo, lo que muchos nos planteamos en algún momento, es si será provechoso, si vale la pena invertir en nuestro crecimiento y en intentar provocar los cambios que deseamos en nuestra vida. Ante el anhelo de cambio, nos planteamos si seremos capaces de conseguirlo, dudamos de nosotros mismos. ¿Podremos? ¿Tendremos lo necesario para tener éxito en esta misión? ¿Qué no tuvimos en cuenta en los intentos fracasados de cambio anteriores?

Algunos se quedan con el “y si…” de por vida. En la parálisis por el análisis o en la invención de excusas para no pasar a la acción. Otros, los menos, los más valientes, abren la pregunta. Buscan a alguien o crean la oportunidad para compartir sus dudas. Este simple hecho ya les sitúa en la línea de salida y empiezan el camino de cambio diría que sin darse cuenta. Aprovecho para reconocer y felicitar a este grupo de intrépidos valientes que toman una postura de protagonista, y aún sin tener garantía de éxito final, ni beneficio a corto plazo, se ponen en marcha, se arriesgan y afrontan sus circunstancias desde la actitud de jugar a ganar.

Por si estás tú en este momento de duda, o te has planteado estas preguntas o algunas parecidas, comparto mis reflexiones sobre ellas con la intención de que te sirvan de compañía o impulso en el camino que ya seguramente has iniciado.

Pregunta número 1: ¿A estas alturas es posible cambiar?

  • Mi respuesta es afirmativa. La respondo no tanto basándome en el trabajo de acompañamiento con clientes (que también), sino a partir de mi experiencia vital. Claro que mirando hacia atrás veo cambio en mí. Un cambio no tanto en la personalidad o el carácter (creo que aquí no hay grandes variaciones), pero sí en la forma de considerar las circunstancias, retos, problemas y oportunidades que voy afrontando, y en la forma de posicionarme y responder a los mismos. Creo que podemos cambiar; de hecho, estamos cambiando permanentemente. Además, cambiamos más de lo que percibimos. ¿En qué sentido cambiamos entonces? ¿Dónde aprecio la diferencia?
  • Creo que cambiamos la forma en la que miramos los acontecimientos, cómo miramos la realidad que vivimos. Con el mero paso del tiempo nuestra mochila se enriquece. Vamos tomando una perspectiva más amplia, más profunda y significativa de lo que nos ocurre. La narrativa con la que interpretamos el mundo que nos rodea se hace más completa y transcendente. Nos llaman la atención aspectos diferentes sobre los demás o los acontecimientos. Les damos un significado más amplio y complejo. Vemos nuevas conexiones y tomamos una perspectiva de mayor amplitud y profundidad.
  • A la vez, con el paso del tiempo, crece nuestra experiencia vital, la cual nos permite visualizar un abanico más amplio de opciones para responder a una situación determinada.
  • Finalmente, desarrollamos una capacidad de desapego y distancia ante los eventos y la forma de vernos a nosotros mismos que nos aporta mayor libertad. Nos desapegamos de reacciones automáticas y respuestas aprendidas, y vamos aportando más consciencia. Sentimos un mayor espacio entre el estímulo y la respuesta. Más espacio y más libertad para elegir con mayor intencionalidad teniendo en cuenta el impacto de la elección en nosotros mismos y en los demás.

Estos cambios que vamos experimentando y que contribuyen significativamente al crecimiento personal se producen más rápida o lentamente, en función de las experiencias vitales que nos toca vivir y de la profundidad de las conversaciones que tenemos con aquellos que nos acompañan. El trayecto de maduración es único para cada uno de nosotros y además no es lineal en el tiempo.

Es un proceso caótico, desordenado y a medida de cada uno. La pregunta que líderes intrépidos se plantean es si existe «ciencia» probada y sólida acerca del cambio. ¿Cómo hacer que esto del cambio realmente funcione conmigo y mis colegas del equipo de liderazgo? ¿Puedo confiar en que el coaching me ayude a cambiar a mí o a mis colegas del equipo?

 

Pregunta número 2: ¿Qué ingredientes son necesarios para cambiar de verdad?

  • Cambiar no es una empresa fácil, es reto mayúsculo que requiere compromiso profundo de intestino. Para poder superar los obstáculos y retos que conlleva un proceso de cambio, es necesario vivirlo desde el instinto. Estar plenamente comprometido con el cambio es condición necesaria. O me involucro al 200% o no habrá cambio. Si es solo un deseo mental, una petición externa de otra persona, partimos con insuficiente fuerza para salir de donde estamos. Cuando un directivo inicia un proceso de coaching a demanda de su responsable o a raíz de un feedback 360º, pero no hay un deseo ferviente por iniciar un camino de esta envergadura, el proceso nace sin fuerza ni compromiso suficiente. No basta con que el proceso tenga sentido, o haya razones lógicas de fondo que inviten a pensar que «debo hacer este proceso de transformación». Este deseo de cambio debe partir de un magma interno que se activa cuando vemos los costes de no cambiar nada, cuando vemos que al quedarnos donde estamos ponemos en riesgo una relación, a alguien que es verdaderamente importante o algo que valoramos.

Estamos listos para tomar los riesgos, trabajar duro y perseverar cuando estamos comprometidos en mayúscula.

  • En los procesos de acompañamiento uno de los resultados que conseguimos ya al inicio es facilitar al directivo que se dé cuenta de los costes en los que incurre manteniendo las cosas como están. También detectamos las fuentes de insatisfacción, la falta de ilusión y de fuerza que emergen de no vivir en coherencia o consonancia con nuestros valores.

El vivir desconectado de ti mismo menoscaba tu capacidad de impacto e influencia en tu entorno

  • El alineamiento con uno mismo activa un potencial extraordinario de fuerza e impacto en el ámbito profesional y también en el personal.
  • También las emociones juegan un papel clave en todo proceso de cambio. Para activar el cambio y la transformación hay que poner en juego el corazón desde el inicio. Muchos de nosotros iniciamos procesos de cambio confiando en que, si entendemos qué ocurre y seguimos la metodología que propone un experto, será suficiente para el cambio. Metodología, lógica y mente no son suficientes. Es crítico el destilar una visión de futuro, ver ya en mí el cambio que busco y conectar con el sentimiento que emergerá en mí viviendo desde mi visión.

Todo en la vida se crea dos veces. Primero conceptualizamos una imagen, un deseo, un sueño de lo que de verdad deseamos ver en nosotros y sentir

  • Esta visión, para que sea magnética y nos atraiga sea cual sea el obstáculo, debe ser personal, emerger del interior y nacer de la ilusión, la fe y la confianza. Debe ser específica para que nos comprometa y nos haga vibrar.
  • Las visiones más poderosas están conectadas con el presente, cuando las acercamos al hoy, donde ya podemos empezar. La visiones solo de futuro nos llevan a veces a sentir como un anhelo lejano, un deseo que no es realizable hoy, para el que ya llegará el momento.
  • La visión poderosa es la que conlleva un sentimiento de urgencia y una ilusión por hacerla realidad hoy mismo.
  • Por último, debe ser retadora, debe generar tensión en nosotros. Debe aportar desafío y riesgo. Si no es así, no está plenamente incorporada en el corazón y esto nos dificultará el cambio.

Un gran beneficio de los procesos de coaching es abrir una etapa de ilusión y revitalización en los directivos clarificando la visión o dando espacio a los anhelos, ilusiones y sueños que habitan en su corazón. Damos un espacio de apertura y sueño que abre posibilidades escuchando de nuevo al corazón. Lo que me hace ilusión conseguir es posible y veo cuál es el camino que debo emprender

  • Finalmente, acción. El cambio requiere ponerse manos a la obra y experimentar con nuevos comportamientos. Visión sin acción es alucinación. El éxito en los procesos de cambio requiere tomar acciones, probar con nuevos comportamientos. Dejar de actuar de una determinada forma, activar nuevas conductas e identificar los hábitos del día a día que son inconsistentes con nuestra visión. Los nuevos comportamientos nos dan información, nos ayudan a ver la realidad de otra forma. Es muy importante pasar a la acción y mantenerse a la vez muy curioso, con mentalidad de explorador. Iniciar nuevos comportamientos con la intención de testar y retar nuestro sistema de creencias y principios. Actuar para desaprender y crear disrupciones en nuestra forma de pensar y en aquello que sabemos sobre nosotros.

Acción desafiante para recabar nueva información, recibir feedback y retorno que nos permita una nueva interpretación de la realidad, que ponga en juego nuestra verdad y nos permita crear nuevas narrativas

Por ejemplo, en el caso de los directivos, vemos un patrón de pensamiento muy limitante: «Pedir ayuda es debilidad, es mostrar no estar a la altura». Arriesgarse a pedir ayuda, compartir que no tengo la respuesta, reconocer que solo no puedo… son acciones que crean grandes disrupciones y multiplican nuevas opciones, cambio y transformación de uno mismo y del entorno organizacional. El coaching de análisis sin nuevos comportamientos en acción tiene un alcance muy limitado.

Es momento de cambiar. Si estás ya en este camino de madurez y cambio, o vas a iniciar esta ruta, asegura y chequea contigo mismo estos tres ingredientes (Instinto, Visión y Acción)

Si aún tienes dudas de si serás capaz o de si vale la pena, solo lo sabrás si lo pruebas. Actúa y observa qué pasa. Lo que sí es seguro es que renunciar a cambiar o no darte la oportunidad de probar tiene altos costes para ti, para las personas importantes en tu vida y para tu capacidad de impacto en tu entorno.

Me encantaría comentar contigo cómo un proceso de cambio te podría impulsar en este momento. Estoy a tu disposición para conversar y explorar tu momento de cambio: daniel.poch@addventure.es

Saludos,

Daniel

 

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