¡Qué todos toquen la pelota!

Como ya sabéis los que me conocéis me apasiona el deporte. Estos últimos años, junto con mis hijos, seguimos el baloncesto intensamente.

En algunos momentos, observando el juego no puedo evitar extraer aprendizajes relacionados con el liderazgo una de mis pasiones y por suerte también mi trabajo.

En los partidos de baloncesto observo una situación que me llama la atención y que deseo compartir con vosotros porque es una dinámica muy presente en equipos de liderazgo con los que trabajmos en AddVenture.

Esta temporada, jugadores significativos del Barcelona de baloncesto han sufrido lesiones de larga duración. Los jóvenes jugadores han cogido protagonismo para suplir las bajas y lo están haciendo realmente bien. ¡Impresionante verlos jugar! Han pasado a jugar más minutos que antes y a tomar un rol de liderazgo nuevo para ellos.

Lo curioso es que cuando los jugadores referencia jugaban habitualmente, la forma de juego del equipo era diferente. El coraje y la iniciativa de los noveles era más limitada. Las miradas y los pases preferentemente iban al jugador referencia. Generalmente, en un equipo de alto nivel, el equipo juega al servicio de la estrella.

Cuando el líder no está en pista, más personas tocan la pelota

La participación se reparte entre los jugadores. Obviamente, no estamos hablamos solo de baloncesto. Es una dinámica observable en los grupos humanos. La presencia de una persona con gran poder puede reducir el rendimiento del equipo.

Esta dinámica entraña una doble problemática. La persona con más poder en un equipo domina el juego y a la vez los demás miembros del equipo ceden y se amoldan. Incluso cuando la persona con más poder es humilde y no muestra un carácter dominante, aparece en la dinámica de equipo la prudencia y subordinación al líder.Estamos diseñados para contenernos cuando estamos en presencia de una persona con mucho poder de impacto e influencia en el juego y en el resultado

Esta relación de sobre extensión del jugador con mayor estatus, y la subordinación de las personas con menor poder supone una considerable pérdida para el equipo en múltiples ámbitos. Es una pérdida para el equipo que haya contención, es una pérdida para la misión a desempeñar por el equipo cuando no todos están aportando su máximo, y finalmente una pérdida personal importante cuando uno no está ofreciendo todo su potencial en el juego.

Ante esta dinámica, podemos llegar a la conclusión de que el problema es la jerarquía. La solución parecería fácil: se elimina el poder y el estatus diferenciado y listo. Pero esto no es posible.

Siempre habrá jugadores excepcionales con unas cualidades, habilidades y talentos sobre salientes. Con un carisma y unas cualidades de liderazgo por encima de la media.

Todos deseamos tener en el equipo jugadores con mucho talento, experiencia y capacidad extraordinaria

Además, aprendemos y aceleramos nuestro crecimiento conviviendo, jugando, entrenando y recibiendo apoyo y enseñanzas de los jugadores estrella. Su presencia nos reta, nos exige y nos inspira a progresar y a aprender de su experiencia y habilidad cada día.

Estar con personas con mejores habilidades que nosotros nos impulsa a crecer

Estos jugadores jóvenes del equipo del Barcelona, como James Nnaji (17 años), Michael Caicedo (18 años), Rokas Jokubaitis (21 años) o Sergi Martinez (22 años) están viviendo una progresión de vértigo esta temporada. En parte esto se debe a tener la oportunidad de entrenar cada día con jugadores de referencia mundial como Nikola Mirotic, Brandon Davis, Kyle Kuric o Nick Calathes.

Así que la cuestión no es eliminar la jerarquía o el estatus, sino el cómo asegurar que todos los jugadores toquen la pelota y que los noveles no se retraigan ante las estrellas

Creo que en esto el cuerpo técnico del equipo de Baloncesto del Barcelona, capitaneado por Sarunas Jasikevicious y David García lo están bordando.

¿Qué se necesita en el equipo para asegurar que todos toquen la pelota?

  1. Crear un poderoso sentido de misión colectiva: Cuando un equipo tiene un sólido compromiso con el Propósito (¿A qué está llamado este equipo? ¿Para qué estamos aquí?) el desempeño se multiplica incluso con jerarquía y con estrellas poderosas. El sentido de propósito supera el efecto del rango.

Rango y privilegio se gestionan de forma positiva cuando hay alineamiento y claridad entorno a la misión. Es decir, diferencias de poder y capacidad de influencia en el juego se combinan de forma creativa

Cuando los jugadores conocen su rol, y sienten genuinamente que su participación es crucial para el éxito del equipo, todos están listos para saltar a la pista a sumar en el avance del equipo hacia su misión

Por muy menor que parezca un rol, todos dan soporte al equipo y todos tenemos un papel por jugar. Es importante que el entrenador haga sentir a todos relevantes. Creo que Jasikevicius sabe hacer sentir a cada uno especial, único e importante.

En algunos equipos de dirección observo líderes que caen en la soberbia, que compiten por sobresalir y mantenerse superiores criticando o menospreciando a los que tiene menos poder o rango en el equipo.

Su sentimiento de valía se asienta en proteger su estatus y satisfacer su ego por encima del propósito del equipo. En estos equipos el desempeño cae en picado. Los jugadores con un peso menor se amoldan y subordinan su juego al ego del poderoso. Pasividad y miedo a defraudar o enfadar a la estrella los lleva a apagar todo su potencial de aportación. Activan el modo supervivencia y se desconectan emocionalmente. La confianza, la autoestima y la ilusión se desvanecen.

En el baloncesto, al igual que en los negocios no puedes hacerlo solo. Todos los jugadores dependen unos de otros, y en este entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) solo sirve avanzar en equipo

Para que se desarrolle en juego es necesario el grupo. Sin grupo no hay juego. Y sin la contribución de todos al servicio de la misión es prácticamente imposible ser competitivos.

2.      Reducir la distancia: Múltiples investigaciones concluyen que cuanta más distancia existe entre los miembros de un equipo, menor es el desempeño colectivo.

Esta distancia se manifiesta por símbolos de poder como los salarios, los bonus o los beneficios especiales. pero la distancia crece cuando la superestrella no muestra cercanía con los demás miembros del equipo, adopta una postura de superioridad, desprecia a los demás por sus errores, actúa de manera que atrae la atención de los demás sobre uno mismo, no muestra genuino interés por las ideas y opiniones de los demás, proyecta un aire de inaccesibilidad, se alterar fácilmente cuando sus ideas son cuestionadas, es demasiado crítico o tiende a culpar a otros cuando las cosas salen mal…

Cuantas veces hemos visto grandes estrellas arruinando el desempeño del equipo.

Grandes líderes y ejecutivos que no llegan nunca a desplegar todo su potencial por no saber jugar en equipo y facilitar que todos toquen la pelota. Algunos no entienden que liderar una empresa es un trabajo de equipo

En el caso del equipo del Barcelona, el gran Nikola Mirotic es un ejemplo de humildad, un superestrella al servicio del equipo. Disfruta apoyando a los jóvenes, celebra y se alegra genuinamente de los logros de los jóvenes y desde fura parece que se implica en su crecimiento.

Mirotic es un buen tipo. Es cercano y humilde. Muestra su vulnerabilidad, participa en el equipo como uno más. Es un líder cercano que ejerce de pegamento en el equipo. Hace sentir a todos importantes e involucra a los que tienen menos estatus y poder. Emocionaba esta semana ver en el Palau como después de realizar James Nnaji (17 años y aún iniciando su carrera deportiva como profesional) una jugada extraordinaria bajo el aro en partido de Euroliga, Mirotic lo celebraba efusivamente desde el banquillo. Que suerte tenemos viéndolo jugar y que privilegio debe ser para los jóvenes compartir vestuario y día a día con él.

3.   Eliminar la red de sobreprotección: Cuando el jugador estrella del equipo no está en pista o no está en su mejor nivel, se desvanece el sentimiento de seguridad. La estrella en pista aporta confianza al equipo, los más jóvenes saben que en el momento difícil están protegidos por el juego del jugador extraordinario.

Trabajar con un líder extraordinario es bueno, es un modelo al que seguir y en el que inspirarse y sabes que el momento de la verdad encestará. La costumbre de que el líder soporte gran parte de la responsabilidad del juego y el resultado es que los demás jugadores no juegan con la presión de saber que sus decisiones y acciones definirán el resultado.

¿Cómo preparamos a los jugadores de menor poder en el juego a que se familiaricen con la sensación de jugar sin red?

Una estrategia muy poderosa es ir dando a estos jugadores de forma progresiva más responsabilidad, diseñar jugadas en las que cada vez tengan un rol más significativo e inculcar en ellos una mentalidad de aprendizaje, entendiendo que la única vía de mejora hacia la maestría es cometiendo errores. Alcanzar el máximo rendimiento implica cometer errores y aprender de ellos.

La mayor amenaza para una carrera de éxito en el mundo del deporte y también en el de los negocios es precisamente el éxito

La mayores oportunidades residen en las dificultades y en los errores. Pasar la pelota al joven en momentos retadores de partido es una decisión que crea carácter ganador de por vida en todos los sentidos. Humildad en el poderoso, confianza y relevancia en el joven, y pegamento para el sentimiento de equipo (¡estamos juntos en esto camaradas!).

Que los lideres de menor estatus en el equipo sepan que pueden fallar, que si cometen un error y aprenden su juego es mejor al siguiente partido es fundamental. El camino del éxito es crear experiencias para que descubran que pueden recuperarse de cualquier situación, comprueben que sus colegas son solidarios, respetuosos y compasivos.

Aprender a caer y levantarse una y otra vez es el mejor camino posible. En este aspecto parece que Jasikevicius es un entrenador que facilita el aprendizaje, que exige, pero también impulsa el aprendizaje y está más comprometido con el crecimiento de los jugadores más que con el resultado, que pasa a ser consecuencia no un fin cueste lo que cueste. Por eso el equipo responde como responde ante la adversidad y los retos cada semana intensa de juego.

Recuerdo un consejo que me dio uno de los mentores que he tenido la suerte de encontrar en mi camino, Henry Kimsey-House (Cofundador de CTI y maestro Coach), ante uno de los grandes partidos de mi carrera profesional, “¡Falla lo antes posible!”. Primero no lo entendí, parecía contra intuitivo. Ahora sé que ha sido uno de los mejores consejos nunca recibidos.

Cuando aseguramos en un equipo que todas las personas sientan que tienen un rol vital para el éxito del equipo y su contribución es única y necesaria, tenemos gran parte del camino recorrido. Si además aseguramos que todos están dispuestos a recibir la pelota y muchas manos intervienen en el juego, se libera presión la estrella del equipo y eleva exponencialmente el desempeño de todo el equipo

One Comment

Deja una respuesta