La Valentía en Acción (II): ¿Cómo activarla?

Que rápido van pasado los días y las semanas. Ya estamos estrenando el tercer mes del año, enero y febrero han pasado como una exhalación.

 

Veíamos en la primera entrada sobre la valentía los 10 obstáculos que impiden ver con más frecuencia el liderazgo valiente que necesitamos para superar los retos que afrontamos en los negocios en el contexto VUCA actual.

El liderazgo efectivo requiere ponerse en juego, actuar con coraje y determinación y crear las condiciones para que otros puedan actuar con determinación y autenticidad aportando todo su potencial.

Repasemos estos 10 obstáculos que seguro alguno habréis vivido en alguna ocasión:

1. Evitamos conversaciones retadoras (incluido el feedback honesto).

2. Focalizamos los esfuerzos en «arreglar» comportamientos problemáticos en nosotros y en los demás (o que consideramos problemáticos), en lugar de reconocer y conversar sobre los sentimientos presentes que vivimos en momentos de agitación, tensión y cambio.

3. No estamos conectados verdaderamente con los demás. No hay empatía ni compasión.

4. Solo unos pocos dentro de un grupo toman riesgos o proponen estrategias disruptivas.

5. Quedamos paralizados ante los contratiempos, reveses, decepciones y errores.

6. Frecuentemente vemos culpabilización y sentimientos de vergüenza ante los errores.

7. No participamos en conversaciones sobre diversidad e inclusión por miedo a decir algo incorrecto o ser inadecuados.

8. Cuando algo no funciona, las personas y los equipos se precipitan en soluciones inefectivas e insostenibles para salir del paso (reaccionan), en lugar de afrontar el problema e identificar soluciones sostenibles y creativas.

9. Los valores organizativos son conceptos abstractos y se sostienen como aspiraciones, no como compromisos ligados a comportamientos que pueden ser aprendidos, medidos y valorados.

10. El perfeccionismo y el miedo dirigen nuestro comportamiento individual y en grupo.

En esta entrada de la serie compartiré como activar la valentía en nosotros y que hacer para potenciarla en nuestro entorno organizativo.

Para potenciarla en nosotros comparto algunas consideraciones relevantes desde mi punto de vista.

  • Mostrar valentía sobre todo en contextos y situaciones difíciles es un proceso lento que requiere disciplina, paciencia con uno mismo y altas dosis de compasión.
  • En la mayoría de las ocasiones el obstáculo somos nosotros mismos.

¿A qué me refiero? Creo que la valentía surge en nosotros cuando estamos comprometidos y firmemente convencidos de lo que es importante para nosotros y el tipo de entornos que deseamos crear para los demás. En mi experiencia con directivos en coaching ejecutivo, el trabajo no está en desarrollar la valentía, sino la clave está en trabajar el compromiso. Desde ahí la valentía es una consecuencia, un efecto que surge de forma natural. Así que la propuesta es cambiar el enfoque en nuestro trabajo.

Cuando tenemos claramente definido nuestro Propósito y nuestros Valores se activa una fuerza interior que nos hace actuar como se requiera para honrar y hacer valer lo importante. Este es el paso necesario para pasar de liderar en modo reactivo, reaccionando a lo que nos viene a liderar en modo creativo. Es decir, siendo intencionales y claros acerca de por qué actuamos y al servicio de qué.

Conectar con nuestra esencia, con nuestra alma activa una fuerza que pone en acción toda nuestra energía y recursos. Cuando nuestra esencia toma el mando accedemos a un poder imparable al servicio de nuestras más nobles aspiraciones. De esta forma energizamos a los equipos o al sistema en el que estamos.

Cuando experimentamos este tipo de conexión el miedo no desaparece, está presente pero no nos paraliza. Valentía no significa no tener o sentir el miedo, significa saber convivir con él. Conectando con nuestras más nobles aspiraciones o Propósito hace que nuestra alma tire de nosotros y no debamos forzarnos por afrontar los momentos más retadores.

Así pues, en las situaciones en las que estamos desconectados de nosotros mismos, cuando el miedo nos paraliza y nos conectamos con las posibles consecuencias negativas de actuar con integridad y autenticidad, es nuestro ego y no nuestra alma la que toma el mando. Estando en este modo el “ego” focaliza en factores externos como lo que pensaran los demás, empezamos a hacernos preguntas que nos debilitan y atemorizan:

  • ¿Seré visto como el mejor en esta situación?
  • ¿Seré reconocido?
  • ¿Me recompensarán por ello?
  • ¿Seré el elegido para una nueva promoción?

Cuando estamos en contacto con nuestra esencia, las preguntas que nos hacemos toman otro cariz y nos activan por completo en conexión con nuestros talentos, valores y fortalezas.

El miedo ya no nos para sino que nos tensiona en positivo para superar todo aquello que se interpone en nuestra Visión. Surgen preguntas como:

  • ¿Estoy contribuyendo y aportando a aquellos que aprecio?
  • ¿Estoy conectado auténticamente con ellos?
  • ¿Estoy creando el tipo de vida que deseo para mí y para los demás?
  • ¿Estoy viviendo en consonancia con mis valores y el propósito que enriquece a los demás?

Cuando la respuesta es afirmativa a estas preguntas nos sentimos plenos, confiados y poderosos.

¡En este momento dulce emerge la valentía y nada ni nadie nos puede parar!

Así que el trabajo del líder, su camino del héroe como lo llaman algunos, es la rotura de las defensas del ego al servicio de crear una cultura y un ambiente positivo y empoderador. De esta forma la valentía se extiende en las organizaciones, porque el coraje es contagioso.

Una vez hemos trabajado en nosotros, entonces podemos trabajar más allá de nosotros. ¿Cómo? Creando las condiciones para que las personas se sientan en confianza ayuda a que desactiven sus defensas y sus miedos y afronten los retos y las conversaciones difíciles con seguridad y tranquilidad. Sabiendo que es seguro mostrarse de forma auténtica.

Cuando nos sentimos inseguros, la prioridad es protegernos y replegarnos para no ponernos en riesgo.

Así pues, la receta del líder sería algo parecido a:

Conectar con tu esencia (alma) INTEGRIDAD + Crear un ambiente donde los demás se sientan apoyados y respetados.

Escrito parece muy fácil, pero en la realidad vemos poca valentía en los entornos de negocio. ¿A qué es debido que el liderazgo valiente y auténtico es tan escaso?

Cuando reflexionamos sobre las sensaciones que hemos experimentado antes de afrontar  las situaciones más retadoras y significativas de nuestra vida (momentos donde hemos aprendido algo realmente significativo, situaciones que nos han cambiado, que han significado un cambio de paradigma en nuestra forma de ver la vida…) seguramente hemos sentido confusión, ansiedad, enfado, dolor, traición, decepción…Conectar con estas emociones no suele ser agradable, así que en muchas ocasiones perdemos la oportunidad y huimos.

Aquellos que superan ese momento inicial de incomodidad y por compromiso con quienes son y la contribución que desean hacer a los demás avanzan a pesar de sus sensaciones transforman esas sensaciones inicialmente incómodas en algo completamente diferente: satisfacción, paz, compasión, agradecimiento, satisfacción, gozo, orgullo…

Entonces, como líderes tenemos un trabajo personal interno enfocado en conectar con nosotros mismos y recordar de forma continuada lo que es importante. Debemos aprender a «estar” y quedarnos en dichos momentos de incomodidad transfiriendo la recompensa a largo plazo.

Cuando somos capaces de ello, cuando nos comprometemos de forma profunda con la que de verdad es importante ya no hay dilema, el compromiso tira de nosotros y la valentía aparece sin pensar en ello. Este es el origen de un liderazgo instintivo, auténtico, conectado con nuestra verdad y nuestra esencia. Este es el liderazgo potente, inspirador y atractivo que provoca magnetismo. La autenticidad y el compromiso con lo importante se extiende en tu equipo y en la organización como un virus implacable.

El siguiente trabajo del líder es hacia los demás. No suele funcionar cambiar el orden. Primero el trabajo interno personal y después el extremo hacia los demás. Se trata de saber estar con los demás cuando experimentan este proceso de incomodidad que describíamos. Hacer notar a los demás que estamos ahí, que sabemos lo que están sintiendo y que confiamos, que no pasa nada, que no hay nada que cambiar o arreglar, solo confiar, estar ahí, quedarse y la valentía surgirá transformando esas emociones en orgullo, paz, satisfacción y respeto como veíamos antes.

También se trata de apoyar y estar al servicio de lo que los demás necesiten de nosotros en esos momentos retadores. Quizás lo más importante es recordarles lo que es importante, aportarles las preguntas que les conecten con su esencia, con su alma y aviven su compromiso al servicio de su yo más auténtico y poderoso. Esta es la labor de un líder, crear las condiciones para que los demás puedan aportar su mejor versión sin miedo a la penalización por el posible error o por miedo a la vergüenza.

Como conclusión, la base del liderazgo se encuentra entorno al compromiso y la responsabilidad. El trabajo del líder es recordar lo que es importante y actuar en consecuencia.

Desde este compromiso verdadero y de corazón emerge la valentía y nuestra mejor y auténtica versión como líderes. Que importante y necesario para todos los ámbitos de nuestra vida.

¡Te lo mereces! ¡Ve a por ello sin dudar!

Te harás un gran servicio a ti mismo y serás una bendición para los que te rodean.

 

 

 

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